martes, 10 de julio de 2007

--Y al final solo quedaba la noche conmigo, éramos tantos en tan poco espacio, mas la soledad habitaba en mi ser oprimiendo mi pecho con una fuerza fría y desmotivadora. La soledad no es una cuestión de compañía, sino de olvido vivir y ser obviado por quienes nos aprecian es una condena peor que el encierro. Pienso que la noche caerá igual en los ojos de todos los que sin consuelo ni distracción miran a la eterna luna, recordándonos que somos uno más, pequeños seres invisibles que mantienen la esperanza en el desconsuelo de este día que como otros tantos, termina.--

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